- Eran otros tiempos, no digo que fueran ni mejores ni peores, pero desde luego aquella época no tenía nada que ver con esta… Éramos jóvenes, alocadas, inconscientes, con toda una vida por delante y sin nada de lo que preocuparnos porque no teníamos nada, excepto la una a la otra y con eso ya teníamos más que de sobra. La vida de antes no tenía nada que ver con la de ahora, siempre te despertabas sin saber que iba a ser de ti al salir el sol, sin siquiera saber si tendrías un lugar en el que dormir al caer la noche, pero tampoco importaba, generalmente vivíamos de la caridad de algún conocido y trabajábamos lo suficiente como para subsistir sin pensar demasiado en el mañana, no se trataba de sobrevivir toda una vida, si no de sobrevivir todo un día, era una filosofía de vida que nos iba bien y a la cual no estábamos dispuestas a renunciar porque como te dije antes, éramos jóvenes…
- Entonces… ¿Por qué cambió todo eso? – Preguntó la chica intrigada.
- Porque la vida es como una peonza… - Le sonrió
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